A solo veinte minutos de Ourense, a orillas del río Avia, se encuentra Rivadavia, una localidad salpicada de historia cuya población alcanza los 5.000 habitantes. 

Los celtas fueron los primeros pobladores de Rivadavia. Eligieron este lugar por la riqueza de sus minas y las propiedades medicinales de sus aguas termales, además de la extracción de oro en los ríos. Posteriormente llegaron los romanos, que siguieron con la extracción de minerales y el uso de las aguas termales. Pero no fue hasta el siglo XI que Ribadavía surge tal y como la conocemos hoy. En 1065 recibe el título de capital del Reino de Galicia, durante el corto reinado de Don García. Es entonces cuando comienzan a llegar los primeros judíos a la localidad. 

Un siglo después, Rivadavia crece gracias a la proliferación de monasterios y fortalezas y al éxito de comercialización de su vino Ribeiro, monopolizado prácticamente por los judíos. Comienza a venderse ya por el norte de España, alcanzando países como Alemania, Italia o Inglaterra durante la Edad Media. La comunidad judía perfecciona el cultivo de los viñedos, utilizando nuevas técnicas que ayudan enormemente al desarrollo de la agricultura. 

La comunidad judía sigue creciendo y de eso dejan constancia las Crónicas de Froissart que cuentan que, en 1386 los ingleses desembarcaron en Galicia, saqueando varias ciudades entre las que se encontraba Rivadavia. Aseguran que cristianos y judíos lucharon juntos, hasta que fueron vencidos. Se estima que la población judía constaba de alrededor de 1500 personas. 

En la segunda mitad del siglo XV se sabe que hubo algunas familias judías residiendo en Rivadavia, pero se trataba ya de pequeñas comunidades puesto que, en 1492, los Reyes Católicos, mediante el Edicto de Granada, expulsaron a los judíos de España, lo que provocó que muchos abandonaran la ciudad. Solo unos pocos se integraron en la sociedad de la época convirtiéndose al cristianismo. 

Una de las historias más conocidas de la Ribadavía judía es la de las hermanas Touza, Lola, Julia y Amparo que, durante la Segunda Guerra Mundial, los judíos huían para refugiarse en Portugal. Desde los Pirineos llegaban hasta Ribadavía donde las hermanas los escondían en un zulo bajo la tienda que regentaban y, cuando anochecía, los guiaban hasta el río, el último paso para llegar al país vecino y conseguir la libertad. Hasta 500 judíos pasaron por allí.

Actualmente, la judería de Ribadavía es la más relevante de Galicia, tanto por la importancia que tuvo como por su estado de conservación. Además, está incluida en la Ruta Sefarad, una serie de itinerarios que recorren los distintos lugares donde la comunidad sefardí estuvo asentada y, de esta forma, conocer la herencia histórico-artística que nos dejó este pueblo.

El barrio de la judería de Ribadavia está bien señalizado. Un cartel en la Plaza da Magdalena nos indica dónde comienza. En primer lugar, para hacer una visita a este barrio, lo mejor es dirigirnos al Centro de Información Judía de Galicia, situado en la Plaza Mayor. Aquí se ofrece toda la información sobre las comunidades judías que se asentaron en toda Galicia, tanto antes como después de su expulsión. En muchas fachadas entre la Porta Nova da Muralla y la Plaza da Magdalena, podemos encontrar estrellas de David e inscripciones en hebreo. 

En la Praza da Magdalena se encuentra el edificio que albergó la sinagoga y la Casa de la Inquisición, un precioso palacio fortificado en cuyo interior hay un patio de estilo renacentista. Avanzando un poco más, entramos en una calle de aspecto medieval que antes de 1492 se llamaba Rúa de Xudería. 

Para terminar, nada como degustar alguno de los dulces que Herminia elabora siguiendo antiguas recetas sefardíes y que vende en la Tahona de Herminia desde 1990, con la intención de recuperar aquellos antiguos sabores y tradiciones.

Ribadavía tiene un espectacular casco urbano histórico por lo que es declarado Conjunto Histórico Artístico en el año 1947. 

La Ribadavía judía no sólo se encuentra en los edificios y las huellas que dejó hace mucho tiempo esta comunidad, también se muestra cada año en su famosa Festa da Istoria, una auténtica fiesta medieval que está declarada de Interés Turístico Nacional y que se celebra desde 1989. Tiene lugar el último sábado de agosto y el escenario principal es el barrio judío de la localidad. Todos los vecinos se visten con trajes de la época y nos trasladan a la Edad Media llenando las calles de mercadillos donde se exponen todo tipo de productos artesanales, se muestran oficios de carpinteros, herreros, toneleros… También hay actuaciones por las calles de la judería. Pretende ser tan fiel y riguroso todo que para comprar cualquier producto debes ir al banco y cambiar los euros por maravedíes, siendo la única moneda permitida durante los festejos. 

La representación de la Ribadavía judía, comienza con la lectura del bando y, a lo largo del día, se realizan multitud de actividades acordes a todas las edades: un desfile en el que cualquier persona puede participar (siempre que vaya ataviada con ropa de la época), un ajedrez humano para niños, una boda judía, un baile medieval, demostraciones de cetrería, tiro con arco, torneo medieval, representaciones teatrales, música e, incluso, una cena medieval en la que es obligatorio acudir con traje de época y que se celebra dentro del Castillo de los Sarmiento. Con esto se pone fin a la jornada de la Festa da Istoria. 

El ayuntamiento de Ribadavía dispone de miles de disfraces para que cualquier visitante pueda formar parte de esta maravillosa y especial fiesta que no pretende otra cosa nada más que mostrar a todo el que quiera cómo era la vida en la Ribadavía judía. Lo único que se necesita para disfrutar de este día son ganas de pasarlo bien y predisposición para participar en todas las actividades propuestas. 

Ribadavía es el lugar ideal para conocer la historia de aquellos judíos que lucharon por hacerse un hueco entre las comunidades cristianas. Que no sólo combatieron junto a ellos codo con codo, sino que, además, aportaron sus conocimientos para mejorar esa convivencia.