Descripción
Esta Casa fué fundada en el siglo XV , en el año 1425 por la infanta Dña Catalina , hermana del rey Juan II y tía carnal de Isabel la Católica. Casándose con su primo el Infante y Maestre D. Enrique, construyeron en la actual calle SANTA CATALINA la casa y ermita en honor a Santa Catalina, Virgen y mártir. Lo que aún perdura es el pórtico y un campanario interior, habiendo sido rehabilitada en varias ocasiones y la última realizada por la familia ESQUINAS PRIEGO en el año 1.999
La Cueva de OroMoisés Brain había sido dueño de la casa que hoy es el Restaurante. Su nieta Sara registraba pacientemente el bargueño legado por aquél. Sara era la nieta preferida y recibió un beso de Moisés cuando agonizaba oyéndole decir dos palabras: "bargueño y oro". Toda su obsesión era encontrar el tesoro que creía que encerraba, sin conseguirlo pese a sus esfuerzos. En la cueva de la casa encontró unos viejos pergaminos, enrollados y atados por unos cabos de piel y también unos gruesos volúmenes dispuestos en columnas, apoyados sobre un armazón de madera, a modo de estantería. Eran más de doscientos libros, agolpados en torno a un sillón de generoso respaldo torneado y tapizados apoyabrazos. Leyó todo aquello sin encontrar, de momento, nada. Cuando Sara se había convertido en una especie de bruja despreciada por todos, hasta por los de su misma cultura judáica, al descolocar todos los volúmenes, vió con sorpresa un minúsculo pasadizo en forma de gatera. Pasó a través de él hasta una sala donde se guardaban multitud de bolsas de onzas de oro. A raíz de encontrar el tesoro, se trasladó para encerrarse en la deshabitada casa de su abuelo, y así poder contar una y otra vez el oro, adornándose una y otra vez con las joyas que lo acompañaban. Un día la cueva fue erróneamente tapiada por albañiles, quedando Sara encerrada en su interior. Nadie sabía que se encontraba allí. Murió dentro y, según dice la leyenda, aún allí se encuentran sus restos mortales, con el Tesoro. De esta leyenda hemos sido informados después de extraer decenas de remolques de escombros, al reformar la cueva para convertirla en comedor. Entre ellos no han aparecido restos humanos, ni oro, ni joyas, lo que significa que pueden estar en alguno de los múltiples ramales que aún permanecen tapiados. La avaricia de Sara se contradice con nuestra generosa cocina, que puede ser degustada en el interior de la cueva, habilitada como comedor. Se trata de una galería de unos cien metros de longitud, que va descendiendo hasta diez metros de profundidad. Constituye el marco idóneo para que grandes y chicos disfruten nuestros manjares, envueltos en un ambiente misterioso, en el silencio y frescura que emanan en esa larga y vieja galería donde se puede cantar, si llega el momento. Una aventura a sesenta y dos kilómetros de Madrid. La leyenda de "La Cueva de Oro" termina advirtiendo que el tesoro está intacto. El origen de la cueva se encuentra en la fuerza de la Naturaleza. En tiempos remotos las aguas torrenciales se hicieron paso a través de las rocas, hasta amansarse en un enorme lago subterráneo sobre el que se asienta Ocaña. En alguna sala escondida tal vez se apilen docenas de bolsas con miles de onzas de oro. Y sobre ellas el cuerpo inerte de la "loca hebrea", conformando el más patético y aterrador monumento a la codicia.SALONESUn marco incomparable donde usted, quizás quiera sentirse distinto. Disponemos de distintos ambientes incluyendo comedores privados y una histórica cueva donde podrá disfrutar de nuestros exquisitos platos. Con una capacidad total de 150 comensales, una Corrala Manchega para 80 y desde 5 a 30 en los Salones Privados.